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Apoyo psicológico en situaciones de deseo sexual bajo

Contenido

 

¿Qué entendemos por bajo deseo sexual?

Lo que parece un problema de pocos, suele ser una realidad para muchas personas. Las consultas  para personas con bajo deseo sexual son más habitual de lo que parece.

El bajo deseo sexual, una libido baja o la ausencia de ganas para mantener relaciones sexuales puede suponer un problema para muchas personas. Bien porque creen que nunca han sentido un nivel de deseo “normal” o bien porque han experimentado una disminución en los niveles de apetencia sexual. Las relaciones sexuales para estas personas están o pasan a estar en un segundo (o tercer o cuarto) plano de importancia. 

Pero, ¿qué es un nivel de deseo “normal”? ¿Por qué preocupa tanto tener un bajo deseo sexual?
Muchas personas acuden en busca de apoyo psicologico debido a un bajo deseo sexual, sin embargo, nadie acude al psicólogo por tener una temporada de aburrimiento (si no me apetece hacer cosas, no las hago) o por tener poco apetito siempre que no se trate de una cuestión médica (si no tengo hambre, no como mucho). 

Los tabúes y mitos sobre la sexualidad así como el desconocimiento que estos acarrean sobre nuestros cuerpos y preferencias sexuales, son los principales causantes de los problemas sexuales. Sufrimos debido a una fuerte herencia o, mejor dicho, presión cultural, que ha impuesto comportamientos muy rígidos a mujeres y hombres en el plano sexual. Esta dicta los roles, actos, pautas e, incluso, el tiempo que debe regir el acto sexual o la edad a la que se debe comenzar a tener experiencias sexuales.

La mujer debe mostrar una imagen seductora, pero expresada de forma pasiva (vestimenta, maquillaje, coquetería, etc.) para no ser tachada de “suelta”. Del hombre se espera que lleve la iniciativa, esté siempre dispuesto y rinda según los cánones establecidos (potencia, duración, etc.). 

¿ Qué pasaría si probásemos a ser artistas creativas de nuestros propios placeres en vez de reproducir los mandatos sexuales?

Lejos de lo que esconde el saber popular, el apoyo psicologico para personas con bajo deseo sexual se demanda tanto en parejas heterosexuales como en parejas homosexuales. Sin darnos cuenta, interiorizamos una serie de mandatos externos que no tienen por qué ser ni los más correctos ni los más sanos ni, mucho menos, los más excitantes. Podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que aprendemos una buena receta para disminuir el deseo sexual. En definitiva, lo más importante es cómo las normas afectan a la vivencia particular de cada persona.

Bajo deseo sexual en mujeres

Este puede acarrear sentimientos de culpa al no poder satisfacer las demandas sexuales de su pareja. Los roles de género basados en los cuidados y la complacencia pueden imponer la necesidad de cubrir los deseos ajenos por encima de los propios, y en el polo opuesto, la liberación sexual de las mujeres también exige, en cierta medida, la expresión del deseo y el empoderamiento sexual, lo que puede aumentar la presión en los casos de bajo deseo sexual. En cualquier caso, el miedo a no “ser normal” (“Debería sentir ganas ¡y no sé por qué no las siento!”) o a no ser aceptada por la pareja (“Si no le satisfago, se irá con otra”) aparece y viene para quedarse.

En la misma línea, los cánones de belleza sobre el cuerpo de las mujeres dificultan una vivencia de la sexualidad orientada al placer, centrándose muchas veces en la autocrítica y la necesidad de ser validada por la mirada de la pareja. Pensamientos como “¿Se me notará mucho la tripa?” o “Desde esta posición seguro que me ve las tetas caídas” generan respuestas de miedo en el organismo. ¿Cómo pretendemos abrirnos al disfrute, el placer y la pasión cuando nuestro cuerpo está aterrado? Del mismo modo, el estrés laboral y/o de determinadas experiencias vitales (enfermedades, duelo, agresiones, cambio de vivienda, embarazo, etc.) pueden ser el origen del bajo deseo sexual.

No se conoce leona en la selva que mantenga coito mientras está sintiéndose bajo la presión de una amenaza

Bajo deseo sexual en hombres

El bajo deseo sexual en hombres puede acarrear sentimientos de vergüenza y rechazo hacia uno mismo. Los roles de género basados en las ideas de fuerza, virilidad y potencia sexual pueden generar inseguridad. Pensamientos como “Si no tengo una erección, no podré satisfacer a mi pareja” o “No le resultaré atractivo si eyaculo rápidamente” pueden originar baja autoestima, pues generan razonamientos insanos y erróneos. Este torrente de pensamientos puede ser el germen de sentimientos de culpa, malestar y miedo a ser abandonado por la pareja. 

Asimismo, el miedo a que las dificultades sexuales se repitan o la auto exigencia de cumplir los cánones socialmente impuestos (duración del coito, dureza del pene, etc.), pueden provocar estrés. De igual modo, el estrés provocado por las circunstancias vitales y las experiencias de cada hombre pueden dar lugar a una disminución del deseo sexual. 

No se conoce león en la selva que mantenga coito mientras esté sintiéndose bajo la presión de una amenaza 

Cómo aumentar el deseo sexual bajo

La única verdad es que no existe una verdad absoluta para todas las personas. Cada una experimenta vivencias distintas a lo largo de su camino, tiene amores y desamores, prueba con unas prácticas sexuales u otras, está más o menos influenciada por los mandatos sociales y, en definitiva, siente unas emociones con respecto a su situación que, si no sabe cómo interpretar o gestionar, pueden llegar a generar mucho malestar en su vida sexual.

El primer consejo, por contradictorio que parezca, es dejar de intentar aumentar el deseo sexual. Forzar al cuerpo a hacer algo que no le apetece, seguramente, empeorará el problema.

Es importante asumir que, por extraño que parezca, el bajo deseo sexual es una dificultad sexual a la que se enfrentan muchas personas, pero como suele producir vergüenza, nadie lo comenta con sus amistades. Es importante que entiendas que es algo normal y que necesitas aceptar tu estado actual. 

¡Qué fácil decirlo! Pues sí, decirlo es mucho más fácil que vivirlo. Por eso te aconsejamos que acudas a profesionales de la psicología que puedan ayudarte con esta dificultad. La experiencia terapéutica te permitirá tomar conciencia de tu situación desde una perspectiva totalmente distinta. Pero lo más importante de acudir a terapia es la acción del autocuidado. Asumir que tenemos un malestar y tomar las riendas nos permite responsabilizarnos de quiénes somos y de cómo nos sentimos. Al fin y al cabo, nos debemos, pues somos las personas más importantes de nuestra vida.

Eva Rubio

 

 

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