Psicoterapia y jubilación

PSICOTERAPIA PARA PERSONAS JUBILADAS

Los momentos vitales que generan un cambio en nuestros hábitos de vida suelen acompañarse de una sensación de vació o perdida de identidad y confusión.

El fin de la etapa laboral supone en muchos casos un momento de duelo con la imagen que se tiene de uno mismo. Se deja de ser “ABOGADO, PANADERO, CONDUCTOR…” para ser jubilado.

Se genera entonces un malestar asociado al vació de ser.

A veces este duelo se perpetúa y la persona se encuentra realmente muerta como si su profesión fuera lo único que le mantenía con vida. Cada día es más frecuente que debido al ritmo de trabajo este nos abarque tanto que dejamos otras cosas por dedicarnos a trabajar. Después, un día ya no es necesario ese esfuerzo, y la vida “la otra”, está demasiado abandonada para saber recuperarla.

Hay ocasiones en las que la jubilación conlleva también la necesidad de establecer vínculos de relación que hasta el momento no han sido necesarios. No había tiempo para dedicarse a nada más que al trabajo y a las personas con las que allí nos relacionamos. Y entonces nos damos cuenta que no sabemos conocer gente, relacionarnos con otros, o que nos sentimos solos. Hay un estar en soledad que hasta el momento probablemente no se había vivenciado y que genera malestar.

Una persona jubilada pasa muchas veces a ser una “persona mayor” ya que socialmente se nos reconoce así y eso nos conecta más con la vivencia del paso del tiempo, la vejez y la muerte.

¿Cómo ayuda la terapia para personas mayores o jubiladas?

La terapia para personas mayores o jubiladas es una herramienta muy útil para afrontar los cambios derivados de esta nueva fase de tu vida. Como cualquier cambio vital, la jubilación es una etapa de duelo y posterior recuperación que puede dar origen a nuevas experiencias que solo sin la obligación del trabajo se nos ofrecen. Una etapa de libertad y madurez.

En Escúchate Psicólogos Madrid la primera entrevista es gratuita. Ven a conocernos y después decide si quieres comenzar tu propio proceso de crecimiento personas.

A veces este duelo se perpetúa y la persona se encuentra realmente muerta como si su profesión fuera lo único que le mantenía con vida. Cada día es más frecuente que debido al ritmo de trabajo este nos abarque tanto que dejamos otras cosas por dedicarnos a trabajar. Después, un día ya no es necesario ese esfuerzo, y la vida “la otra”, está demasiado abandonada para saber recuperarla.

Hay ocasiones en las que la jubilación conlleva también la necesidad de establecer vínculos de relación que hasta el momento no han sido necesarios. No había tiempo para dedicarse a nada más que al trabajo y a las personas con las que allí nos relacionamos. Y entonces nos damos cuenta que no sabemos conocer gente, relacionarnos con otros, o que nos sentimos solos. Hay un estar en soledad que hasta el momento probablemente no se había vivenciado y que genera malestar.

Una persona jubilada pasa muchas veces a ser una “persona mayor” ya que socialmente se nos reconoce así y eso nos conecta más con la vivencia del paso del tiempo, la vejez y la muerte.