Adara

Psicóloga en Escúchate Psicólogos Madrid

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ADARA

Colegiada: M-38192

Comprender por qué somos como somos y cómo podemos sentirnos mejor fue lo que me llevó a estudiar Psicología. Mientras cursaba la carrera, sentía una fuerte motivación por acercar el conocimiento teórico a la práctica, lo que me impulsó a participar en distintos voluntariados. Al terminar mis estudios, esa sensación persistió: había dedicado años a formarme académicamente y, sin embargo, al comenzar a trabajar, entendí que la experiencia humana no siempre encaja con lo aprendido en los libros. Recuerdo especialmente una frase de un profesor que nos decía: “no confundáis el mapa con el territorio”. Con el tiempo, esa idea cobró un profundo significado para mí.

Creo firmemente en la formación continua, pero más aún en la capacidad de escuchar, de estar presente con la persona que tengo delante y de acompañarla desde el respeto y la confianza en su propio proceso.

Mi experiencia profesional comenzó como psicóloga en prácticas en la Asociación Española Contra el Cáncer de Salamanca, donde ya colaboraba como voluntaria. Más adelante trabajé en diversos proyectos del ámbito social con población infantojuvenil: como Educadora en un hogar con menores inmigrantes; como participante de un proyecto europeo de prevención de la violencia en adolescentes y como orientadora de un programa escolar con alumnado de infantil y primaria.

Más adelante, cursé el Máster en Psicología General Sanitaria y comencé mi andadura en el ámbito clínico, trabajando en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria de un hospital de día. Allí llevé a cabo intervenciones individuales, grupales y familiares. Paralelamente, he acompañado a personas con distintas vivencias y situaciones en sus procesos terapéuticos.

El respeto que siento por esta profesión, junto a mi curiosidad personal, me ha llevado a ampliar mi mirada profesional. Aunque mi formación se inició en la corriente cognitivo-conductual, sentía la necesidad de integrar otras perspectivas para comprender y acompañar mejor a las personas. Por ello, me adentré en la Psicología Humanista y me formé en Terapia Gestalt.

Todas las experiencias laborales y personales, las formaciones realizadas y mi propio proceso terapéutico me permiten ofrecer un enfoque integrador: pongo el acento en la escucha activa, en la singularidad de cada persona y en crear un espacio seguro donde puedan explorar, comprenderse y crecer emocionalmente.

Me gusta recordar que a terapia no va quien “tiene problemas”, porque los problemas forman parte de la vida de cualquier persona. A terapia acuden quienes se atreven a mirar de frente aquello que les duele y deciden hacer algo al respecto. No es una cuestión de falta de capacidad, sino de reconocer que nadie puede con todo, todo el tiempo. A veces, el ritmo de la vida nos sobrepasa y genera malestar por diversas razones. En esos momentos, parar y mirar hacia dentro es fundamental. Solo al tomar conciencia podemos empezar a cambiar. Si no lo hacemos, seguimos en piloto automático, aunque eso implique mantenernos en un estado que nos hace daño.