Psicóloga Buena en Madrid
Necesito una psicóloga. Creo que necesito la ayuda de una profesional, no me encuentro bien.
He pensado en ir a una psicoterapia. Últimamente mi vida parece una película que se repite una y otra vez y no tengo manera de hacer que pare, y mucho menos de hacer que cambie…
Me da vergüenza ir al psicólogo. Sólo pensarlo hace que me ponga muy nerviosa, y eso es motivo suficiente para que lo descarte, y lo vuelva a dejar pasar. Tal vez algún día esté tan jodida que no sienta la vergüenza, entonces ese día llamaré.
Una de las cosas que más me frena es la posibilidad de que cuando llame, me responda un hombre.
La mayoría de mis problemas están relacionados con ellos. Esos seres a los que tanto añoro tener cerca y tanto sufrimiento me dan, los hombres.
Por eso he pensado que si algún día me decido, buscaré una psicóloga. Una mujer terapeuta. Una mujer cercana y cálida que entienda lo que me pasa con esa otra parte de la raza humana.
Pero ya os he dicho que necesito ayuda . Y uno de los motivos es que mi cabeza no para de pelear.
Ahora quiero una mujer, ahora un hombre…
Y es que ha veces pienso que tal vez, un terapeuta varón pueda hacer cambiar mi idea de lo que son los “hombres”. Tal vez que un hombre me escuche y me entienda, pueda romper la mala racha eterna que tengo en mis relaciones.
Así ando, entre la vergüenza, la indecisión y con el teléfono delante de google y escribiendo
” necesito una psicóloga”.
Para saber que diferenciaba a psicólogos de psicólogas me pareció buena idea buscar alguna referencia sobre psicólogas famosas.
( Recojo aquí solo la información que me daba la pista de que la vida de las psicólogas famosas era bastante parecida a cualquiera de las mujeres que yo podría conocer)
ANNA FREUD. Terapeuta Psicoanalista
Fue la sexta y última hija del matrimonio de Sigmund Freud y Martha Bernays. Tuvo una relación bastante distante con su madre y sentimientos ambivalentes con su hermana Sophie, que era la preferida de su madre y la más guapa de las hijas. Anna fue la ganadora en el ranquin en desarrollo intelectual. Fue apodada por su padre “Demonio Negro”, por su carácter aventurero y díscolo dentro del medio familiar y de amigos. En público por el contrario, fue reconocida como reservada y tímida. Uno de sus pasatiempos predilectos era el tejido. En cuanto a su apariencia, adoptó como vestimenta el Dirnal, tradicional de su país, un ropaje largo y suelto que ocultaba su figura. Ejerció la docencia hasta caer enferma de tuberculosis, abandonando la docencia a los 25 años. Era una mujer con identificaciones masculinas, tuvo varios pretendientes; sin embargo, todos fueron rechazados, unos por ella y otros por su padre. A los dieciocho años quedó como única hija en su hogar, acompañando a su padre, que ya tenía 65 años. Entre sus primeros pacientes se cuentan los hijos de Dorothy Burlingham, a quien la ligaría una relación profunda y compleja por el resto de su vida. Fueron compañeras de viaje y de vida, y ejerció con los hijos de ella sus inclinaciones maternales. A pesar de las apariencias, no hay acuerdo entre sus biógrafos acerca del carácter homosexual activo de esta relación, pero Anna se disgustaba frente a los rumores que la señalaban como lesbiana
MELANIE KLEIN. Psicoanalista . Amplia el campo del psicoanálisis al trabajo con la infancia.
Melanie se casa a los 21 años con Arthur Stevan Klein (químico industrial). Cuatro años después aparece afectada por un fuerte y prolongado estado depresivo agravándose este con la muerte de su madre cuatro años después. Inicia su análisis con Sandór Ferenczi, interesándose además por los escritos de Sigmund Freud acerca de los sueños. En 1916 el esposo de Melanie regresa como inválido de guerra,herido en una pierna. El matrimonio enfrenta graves dificultades.
KAREN HORNEY.El conocimiento de sus ensayos a finales de los años 60 sobre las teorías freudianas de la envidia al pene, ha dado lugar a un reconocimiento creciente de Karen Horney como la primera gran feminista psicoanalítica.
Horrorizada por no encontrar nada especial que marcara una diferencia entre las mujeres normales y las que eran buenas terapeutas , probé con los hombres. Tal vez ellos tuvieran una parte más divina y especial que pudiera hacer que alguien como yo pusiera sentido a su vida.
Leí sobre varios de ellos: Skinner, Piaget, Freud, Rogers,Perls.. Lo cierto es que iba de mal en peor…
Deje pasar un par de semanas. En este tiempo la cosa empeoró. Empezaron los llantos sorpresa, los encierros eternos en casa y su consecuente inflada a comer. El insomnio y el agotamiento. Todo un cumulo de síntomas físicos que lograron por fin que mi cabeza se quedara sin argumentos enlazados sobre hombres, mujeres, dioses y monstruos…
Y por fin logré oír dentro de mi una vocecita que decía algo desesperada:
– Joder! Llama de una Pu… vez!,
Ante este mensaje interior tan intenso, no tuve opción de negarme ( realmente parecía muy enfadada).
Al final decidí contarle a una amiga lo que me estaba pasando. Ella me digo encantada que llevaba yendo a terapia un año y medio y que era lo mejor que la había pasado en la vida. Pero que le daba “no se que” contarlo.
-Vaya! Pues para ser lo mejor que le había pasado en la vida ya me lo podía haber contado antes. Ya la notaba yo diferente…
Bueno, el caso es que me dio el teléfono de su terapeuta, que por cierto era una mujer. Mañana voy a ir. Ayer llamé, y al menos por su voz, parece maja.
Espero que a pesar de ser una mujer con una vida parecida a la mía, me ayude a poner un poco de claridad a este camino que ahora tengo tan nublado.
Susana Gacituaga
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