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Problemas emocionales en navidad

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PROBLEMAS EMOCIONALES EN NAVIDAD

Ya están adornadas las calles con miles de puntos de luz y color. Los supermercados llevan dos meses llenos de dulces y de turrón. Así, cada detalle, como un presagio, nos recuerda: vuelve la Navidad. Aún así, las navidades son fechas en que aparecen o florecen muchos problemas emocionales, de una forma u otra me atrevería a decir que para la mayoría de nosotros y nosotras es así.

Por un lado, hemos crecido con una imagen idealizada de la Navidad. Culturalmente, se nos muestra a través del cine, de novelas o de anuncios que es un periodo de gracia. En estos días todo tiene que vestirse de alegría, paz y amor. Parece como si, por arte de magia, los rostros se iluminasen, los pechos se hinchasen y los brazos se abriesen. El hecho de llegar diciembre, casi como una obligación, viene a recordarnos lo que debemos sentir.

Por otro lado, podemos experimentar un choque frontal con nuestra propia realidad. Que sea Navidad o primavera no cambia nuestra situación laboral, económica, amorosa, familiar ni corporal. La inflación o el paro no descienden por que sea diciembre. Una ruptura no deseada o una familia que estuvo ausente cuando se la necesitó siguen doliéndonos en diciembre. Las diversas dificultades en nuestra relación con nosotros mismos tampoco resultan más fáciles por que cambiemos de mes.

Sin embargo, se nos manda un mensaje claro: “debes ser feliz”. Nos hemos creído tanto este mensaje, tanto nosotros como los que nos rodean, que pueden llegar a increparnos diciendo: “No entiendo por qué no te gusta la Navidad”, “Venga hombre, anímate, ¡Que es Navidad!”.

En consecuencia, la colisión entre nuestras expectativas -marcadas socialmente- y nuestra experiencia personal puede resultar bastante dolorosa. También entre las expectativas de las personas que nos rodean y cómo perciben nuestra experiencia. Queremos encajar con el esquema y sentirnos alegres. A veces lo intentamos e, incluso ¡sucede! Pero, en general, cuanto más nos esforzamos, menos lo conseguimos. Y más nos angustiamos. Conforme nos acercamos a las fiestas señaladas, la oposición entre lo que debo sentir y lo que realmente siento se hace más evidente. Duele un poco más. Genera más ansiedad. Bloquea un poco más.

DIFICULTADES EMOCIONALES DURANTE EL PERIODO NAVIDEÑO

Pero, ¿qué sucede para que lo pasemos tan mal? Las causas son diversas, pero estoy segura de que has podido experimentar alguna de ellas.

EXPECTATIVAS VS REALIDAD

Cuando se produce una fuerte contradicción entre lo que debo sentir y lo que siento, la crítica se nos dispara. En nuestro interior nos cuestionamos si hay algo mal en nosotros que nos impide disfrutar como todo el mundo: “¿Por qué me siento triste cuando debería estar alegre?”. Esto puede suceder cuando las relaciones con nuestra familia no son como nos gustarían. La expectativa de tener que pasar mucho tiempo en su compañía seguramente no nos ayude a estar contentos. Quizás estemos atravesando una mala racha. Nuestro estado de ánimo está más bien decaído y, por lo tanto, nos cuesta conectar con la alegría. En definitiva, no nos dejamos estar como nos sentimos en la actualidad.

AUTO EXIGENCIAS

Nos exigimos y nos obligamos a ser quienes no somos, a sentir como no nos sentimos. Para muchas personas la familia, bien sea la propia o la política, supone un estrés añadido. Necesitan presentarse formales, productivas, arregladas, inteligentes, cultas, buenas cocineras… La presión interior genera tanto estrés que es imposible que puedan disfrutar de este periodo (¡y así quién podría!). Nuestro cuerpo se encuentra contra la espada y la pared. En un estado de estrés, deseamos sentirnos bien. ¿Adivinas qué sucederá? Pues, seguramente, muchas cosas bien y otras no tanto. Pero estaremos tan enredadas en esta pelea interna que seguramente percibamos que todo sale del revés.

TCA: VIVIR Y COMER CON MIEDO

Muchas personas lo pasan especialmente mal en estas fechas por su relación con el cuerpo y la comida. Los festivos navideños se organizan entorno al acto de comer. Y para quienes esto supone un problema, las dificultades en estos días se redoblan. La cabeza se llena de preocupaciones relacionadas con la cantidad y tipo de alimentos que se permiten o no comer. O, por el contrario, la culpa llenará el asiento principal ante la dificultad para moderar las cantidades de ingesta. Muchas personas experimentan ambas sensaciones alternativamente. A esto, que ya resulta angustioso y doloroso de por sí, hay que añadir la presión de los familiares. Muchas personas no tienen reparo en increpar a un familiar en relación a su imagen. Presionan o critican sin importar las consecuencias que sus comentarios puedan tener sobre el bienestar de la persona

ADICCIONES

Ante tanta presión, hay quienes hacen lo que sea por escapar. El consumo de drogas (tanto legales como ilegales) puede aumentar en las Navidades. ¿El motivo? Fácil. Ayuda a desconectar del dolor, del agobio y la angustia. Ayudan a no pensar, a alejarse. Incluso, a disfrutar rápida y fugazmente. Personas que han dejado de fumar pueden recaer en estas fechas. Otros, que quizás todavía consumen regularmente, aumentan la frecuencia de consumo.

ABUSOS Y TRAUMA

Muchas personas ni siquiera son conscientes de por qué odian las Navidades, de por qué no las disfrutan. Algunos ni siquiera conectan con ningún tipo de emoción. En unas fechas en que se reavivan los vínculos cercanos, puede que sea simplemente esto lo que genere temor. Los abusos vividos en la infancia y la experiencia del trauma son procesos tremendamente complejos. Generalmente son incluso difíciles de identificar por la propia persona que los sufre. Esto puede generar confusión, desconexión emocional y sensación de vacío. Pero el cuerpo nunca miente: la dificultad para disfrutar está hablándonos. El cuerpo nos indica que ese espacio, ese lugar, este tiempo, no son seguros. Cuando los abusos se han producido en el seno familiar, la Navidad reproduce las emociones del pasado. A veces, no con palabras, solo con sensaciones.

DUELO

De igual modo, experimentar un proceso de duelo o la ausencia de personas queridas puede ser muy doloroso. A nadie se le escapa que bajo estas circunstancias, estar contentos no es lo más fácil. Pero incluso en estas situaciones pueden surgir las exigencias por sentir lo que no sentimos. A veces, es difícil parar la rueda.

INSATISFACCIÓN

Pero no solo los casos mencionados estamos tienen permiso para no disfrutar. En un sistema altamente estructurado que se centra en la productividad y en lo material, la presión es una sensación compartida. Por ello, muchos de nosotros podemos estar experimentando una profunda insatisfacción en nuestras vidas. A veces, escondemos esta insatisfacción bajo la máscara de la felicidad. Y la Navidad es un momento perfecto para poner en marcha esta estrategia. Nos proporciona la excusa perfecta para olvidar nuestra miseria a través de la compra frenética de regalos. En ocasiones, el consumismo compulsivo puede ser una señal de la insatisfacción que corre por nuestra sangre.

APOYO PSICOLÓGICO Y TERAPIA

La intervención terapéutica dependerá del motivo que te traiga a consulta. A veces, parece que hay un sinfín de razones y, otras, parece que solo hubiese una. Es posible que pienses que no tienes solución o que tus problemas no son para tanto. Todo esto que te cuentas… es miedo. Miedo a enfrentarte a un problema que lleva enterrado mucho tiempo. Pero con la ayuda y compañía adecuadas, no hay río que no se pueda atravesar.
En estas fechas, la psicoterapia puede resultar una buena herramienta para comprender lo que estás atravesando. No es necesario experimentar estos malestares de forma continua durante todas las Navidades para acudir a terapia. De hecho, esto seguramente sea poco frecuente. Al fin y al cabo, la vida cotidiana también está llena de pequeños destellos de luz.
Sin embargo, que te preocupes por experimentar este malestar indica que eres consciente de parte del problema. Refleja que hay algo que quieres observar con mayor detalle y aprender mejor de ti. Quiere decir que estás poniendo tu responsabilidad y esfuerzo en cuidarte. Y eso sí que es un buen regalo de Navidad.

 

Eva Rubio

Psicóloga Escúchate Psicólogos Madrid

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