Psicólogo para opositores
Muchas personas deciden acudir a un psicólogo durante el estudio de las oposiciones.
No son pocas las veces que por el Centro pasan personas desde uno y otro sitio con ideas y vivencias que pueden facilitar la conciencia a lo que les pasa a otras personas. En esta profesión de contacto humano, nos sentimos agradecidos de conocer nuevos caminos de trabajo desde la psicoterapia. Os dejamos un escrito de un compañero de Escúchate que aunque no trabaja en nuestro centro, nos visita de vez en cuando.
Gracias Javi por tu aportación y tu visión de cómo un psicólogo puede acompañar a las personas que preparan una oposición.
Apoyo psicológico durante las oposiciones
¿Cómo hacer para no dejarte de lado?
Llega un momento de la vida en que la realidad empieza a apretar y conseguir una buena posición laboral se hace necesario.
En una sociedad como la nuestra, con la idea de la seguridad del funcionario tan arraigada, y con todos los beneficios que ello conlleva, a la mayoría de nosotr@s se nos pasa alguna vez por la cabeza la idea de opositar.
Parece lo más razonable, entrar en la función pública, “colocarse” y evitar la inseguridad de la empresa privada… Además, la mayoría de nosotr@s conocemos a alguien con ese puesto fijo y con esa vida “tan cómoda”, así que la posibilidad de lanzarnos a por ello va aumentando…
“Salen plazas y convocatorias, la idea de conseguirlo y sentirme bien cuando lo logre me seduce, lo veo como una inversión que me va a dar un gran resultado…Leo las condiciones de la convocatoria, lo veo posible y decido inscribirme. “Voy a conseguirlo”, “voy a demostrar que valgo para esto”, “voy a hacer el esfuerzo y luego ya podré disfrutar”, “mi gente va a estar orgullosa de mí cuando lo saque…”
Van apareciendo una serie de mensajes en nuestra cabeza que van alimentando eso tan importante para hacer una oposición, la motivación.
“¿Qué es lo que realmente me motiva?, ¿qué está debajo de toda esa cantidad de energía que voy emplear en esto?, ¿lo hago por mi o lo hago por la imagen que quiero dar para que me valoren?, ¿estoy yendo hacia algo o realmente estoy huyendo de algo?…”
Preguntas importantes y que muchas veces en la vorágine del opositor, rodeado de gente que está en lo mismo con las ideas supuestamente tan claras, no tienen espacio para ser planteadas. Realizar un esfuerzo tan grande sin tener claro estas preguntas y sin que estén basadas en algo auténtico dentro de nosotr@s es como construir un castillo con cimientos de papel (y ese castillo se va a acabar cayendo).
El sentido por el que hacemos las cosas nos ayuda a tener un sostén, una raíz, un ancla que nos da una seguridad verdadera y que nos impulsa para ir hacia delante cuando aparecen las inevitables dudas que tod@s tenemos. En una oposición, esto se hace todavía más necesario ya que los sacrificios y las dificultades son aún mayores.
Sigamos con nuestra historia… “Ya he decidido que me voy a presentar al examen y que voy a enfocar mi vida en ello con todo lo que ello conlleva; voy a poner en un segundo plano mi trabajo, mis relaciones, mis hobbies, etc. porque no voy a poder dedicarle el tiempo que me gustaría y ya ahí veo que esto va a tener un coste para mí con toda la frustración que conlleva renunciar a cosas con las que disfruto. Mi motivación es tan grande que sigo hacia delante, esto es muy importante para mí y estoy dispuesto a hacer el esfuerzo que sea necesario”.
Pasan los meses de estudio y de inevitable soledad por mucho que vayas a una academia y que tengas un círculo de gente que te apoya alrededor. Al fin y al cabo, pasas gran parte del tiempo solamente rodeado de tus apuntes, tu botella de agua y tus pensamientos mientras pasas página tras página. Todo ello, como seres sociales que somos, va pasando factura a nuestro cuerpo que nos va dando señales.
” Tengo necesidad de expresar como me siento para sacarlo fuera y que no se quede dentro en forma de pensamientos que aparecen en mi cabeza mientras estudio. Esos pensamientos ahora no me vienen nada bien, mi cabeza está para aprenderme todo lo que me pueden preguntar en el examen… Me estoy agobiando, debería ser capaz de controlar mis pensamientos y no lo consigo…”
Sigues hacia delante, te has propuesto que vas a ser fuerte. “Voy a soportar lo que venga, sé que hay días mejores y peores y que hay que apretar los dientes y aguantar… Estoy haciendo un esfuerzo enorme y ni cobro nada a fin de mes, ni sé si todo el esfuerzo me va a servir para algo; aparece la temida incertidumbre y yo me empeño en intentar controlarla y tenerla tapadita bien adentro para que no me dé guerra pero lo que me pasa por dentro es parte de mi y tarde o temprano acaba saliendo…”
Siguen pasando los días, se va acercando la fecha de examen y ya tu cuerpo va reclamando más atención ante el poco espacio que le das a lo que te pasa por dentro. ” Veo que me enfado con facilidad cuando no me da tiempo a estudiar lo planeado, que soy menos paciente con la gente que tengo alrededor, que he hecho un simulacro y me han entrado demasiadas dudas…y todo esto sin poder expresarlo…desconecto, veo a mis amigos, hago deporte pero parece que sigo teniendo una sensación dentro como de querer sacar algo y no poder, como una piedra dentro que espero que se me vaya el día que saque mi oposición; mientras tanto a seguir remando con el peso de la piedra (que se va haciendo roca) que yo puedo con todo y tengo que demostrarlo.”
La fecha del examen es inminente y aparece el estrés de no poder fallar el día del examen, llevas ya muchos meses de trabajo, de horas y horas delante de los apuntes y te juegas todo en un rato que va a decidir tu futuro laboral (y también el que la gente te respete y te valore), “no puedo fallar”.
Ante tanta carga, ante tanta alteración de las necesidades naturales, tu organismo, tu cuerpo empieza a mandar mensajes más potentes.
“Me cuesta dormir por la noche, no soy capaz de desconectar y cuando me duermo noto que no descanso del todo; me noto cansado y nervioso pero tengo que seguir, aquí solo ganan los más fuertes, los que más aguantan…vamos, vamos, vamos.”
A tu falta de expresión de lo que vas sintiendo, se va sumando estrés, incertidumbre, falta de comprensión de la gente cercana…”En ciertos momentos reconozco que tengo miedo, que me da miedo fracasar y decepcionar a la gente que confía en mí pero no me dejo sentirlo porque no es el momento, no me puedo permitir sentir emociones, “ tengo que ser fuerte en todo momento”.
Tu cuerpo se está enfadando pero tu haces por callarlo, por no darle importancia y él, testarudo, sigue con sus mensajes. “Noto que pierdo más cabello, que mi piel se enrojece a menudo, que no voy bien al baño…”
Aparecen diferentes formas : escúchate y date un espacio para saber lo que te está pasando
Esta es una historia que nos puede pasar a todos los que opositamos o que hemos opositado. Si te sientes identificado de alguna manera con ella ponte en contacto con nosotr@s y ayúdate en este momento tan importante de tu vida
Javier Rodríguez.
Colaborador externo de centro