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El sonido de las balas

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Acostumbrarse a la violencia: » El sonido de las balas»

Viendo hoy la tele escuchaba a «Sarda» reflexionando sobre lo diferente que  suenan los disparos en las películas de cine de como suenan el la vida real, y doy gracias de ser de las que sólo han escuchado las balas falsas. Imagino las caras de las personas que escuchan los tiros, las bombas y demás sonidos de muerte ( gritos, llantos…). Nada que ver con la sensación de «subidón» mientras escuchas la reproducción de estos sonidos en intensas escenas bélico-agresivas de cualquier película de las que estamos acostumbrados a ver.

Y escribo «acostumbrados» y se me encoje el corazón. ¿Cuándo empezó todo? ¿Cómo pasamos a incorporarnos como espectadores a la violencia gratuita ?, ¿Cuándo pasamos de apagar la televisión al ver una escena en la que alguien sufre, a poder » tomarnos una sopa» mientras vemos una escena tras otra?.

Y hago la pregunta así, dando por hecho que en algún momento sentimos las balas como reales y nos retiramos por una decima de segundo de seguir mirando. Dando por supuesto un tiempo que deseo que existiera, antes de que nuestra cabeza, convenciera a nuestro corazón de que lo que pasaba en esa pequeña pantalla no «era real». Pregunto así, porque la palabra «acostumbrarse» nunca me gustó.

«Acostumbrarse» significa habituarse, aclimatarse, acomodarse, adaptarse, familiarizarse, adiestrarse, avezar, curtir, encallecer, enseñar, foguear, hacerse, soler. 1/Hacer que una persona tome cierta costumbre o hábito: hay que acostumbrar a los niños  comer de todo. 2/Tener costumbre o hábito de hacer una determinada cosa: acostumbro ir todos los días a pasear; acostumbro a leer antes de acostarme, 3/ Cuando sucede con frecuencia una cosa: el clima turolense acostumbra ser muy frío. 4/Adquirir cierta costumbre o hábito: me cuesta acostumbrarme a dormir en una cama tan dura.

¿Sentís que esta  palabra esconde una situación de partida menos cómoda ?. Algo a lo que hay que acostumbrase, es algo que no es grato de primeras.
No tengo muy claro quién maneja esto de que nos acostumbremos a la violencia. Busqué información estos días y hay teorias para todo. Desde que los humanos necesitamos conectar con nuestra violencia para completarnos, hasta que el organismo segrega una sustancia que compensa el miedo generado al visualizar una situación violenta. Esta sustancia es con la que intenta aumentar la sensación de bienestar del organismo para hacer frente a la situación, de manera que la adicción a este «autosubidón» es la responsable de la adicción a la exposición de escenas violentas repetidas…
No quiero enrrollarme más sin antes hacer una petición:
«Por favor, si alguna vez aparezco en una escena siendo asesinada por cualquier individuo, independientemente del grupo o etnia al que pertenezca, muriendo en un accidente, o gritando por la muerte de algún ser querido en mis manos…les ruego apagen su televisión y respeten el momento de dolor por el que estoy pasando. Agradecería mucho que cuiden que mis gritos de dolor, el de la bala o bomba que acabe conmigo, o el de las sirenas que se escuche de fondo mientras sacan mis pedazos de un amasijo de hierros, no se mezclen con el sorber de su sopa. Les doy gracias de corazón por este detalle conmigo sin conocerme de nada, aunque espero que nada de esto deban hacer por mi».
Y dicho esto, prosigo.
Pensé en hacer un llamamiento a los medios de comunicación para decirles que no sé si seré la única, pero que me duele mucho el chorreo de muertes y violencia al que tratan de acostumbrarme. Pero soy bastante consciente de mi y bastante sensata, y sé que cuando hay dinero por medio, lo menos importante pasa a ser el corazón y el dolor ajeno ( incluso a veces el propio). Asi que para no pedir favores imposibles, ya me cuido yo de tener el mando a distancia y proteger mi corazón y el de mis hijos, del miedo y el dolor al que deberíamos estar acostumbarados.
Pero también he de confesar, para no sentirme una falsa conmigo, que yo también he tenido una larga epoca en la que podía, incluso sentía ese subidón de ver la más cruda de las realidades, la muerte ajena y el dolor en vivo. Nunca he podido mirar más de 2 segundos pero sí he sentido la sensación de querer hacerlo. Por esa época me encantaba ver películas barbaras en las que la violencia y la agresividad eran el ingrediente para mantener el corazón latiendo y los ojos expectantes.
¿ Por qué nos pasa eso? ¿ Por qué nos acercamos tanto al dolor?
Al igual que antes, deciros que hay muchas teorias y maneras de mirarlo, pero lo cierto es que sucede. No he concretado nada, pero me ha dado la posibildad de  planterame algunas posibilidades que quiero compartir
¿Podría ser  por morbo ?

La Enciclopedia Universal  define el morbo como: “atracción hacia lo desagradable y perverso; “atractivo hacia lo desagradable y prohibido”; “enfermedad, alteración de la salud”

Dejando de lado el morbo como enfermedad, ¿puede ser que estemos tan encapsulados, que todo lo que se sale de lo establecido nos hace sentirnos más libres?, ¿ puede ser que esta sensación de «libertad» al mirar algo prohibido o feo, sea tan necesaria que perdamos la realidad de lo que vemos y pasemos por alto el dolor de lo que miramos?
Es algo parecido a los circos romanos. Un montón de personas viendo sufrir y morir a otras personas.. Supongo que al estar cada uno en su casa parece diferente, no lo sé. Pero ya hace años que estó pasa.
¿Podría ser la necesidad de llenar el vacio?
Habéis tenido alguna vez la sensación de vacio, supongo que sí. La sensación de vacio es una sensación en sí misma, pero por inercia casi todos tendemos a llenarla con algo, es decir a cambiarla y olvidarnos de ella. El miedo suele ser una emoción muy socorrida cuando contactamos con el vacio interior.
Al menos es mejor sentir miedo que sentir vacio, así que elegimos miedo. Y olé, vacio relleno.
Y si a esto le sumas que el miedo es facilmente inducible. Pues ya tenemos el coctel. Me siento vacio, voy a llenarme de miedo, los mios me asustan, cogeré los de fuera. Y es cuando te colocas delante de la tele y te asustan y luego te alivias de estar vivo, y te vuelves a asustar, y te vuelves a aliviar. Y consigues mientras tanto no sentirte vacio.
¿Y si fuera la necesidad de sentirnos vivos?
«La sensación placentera del miedo viene explicada principalmente por la adrenalina. En una situación de peligro real no podríamos pararnos a disfrutar de los efectos de esta…Cuando nos montamos en una atracción de caída libre. No disfrutamos realmente de que nos dejen caer al vacío mientras podemos sentir una sensación de muerte inminente durante unos segundos. Lo que nos gusta es la reacción compensatoria, la sensación de “subidón” que experimentamos al llegar al suelo y sentir que estamos vivos…»
¿Y si fuera para obedecer a la mayoria?
Tal vez, y dijo tal vez, la sociedad que hemos creado tenga la norma ímplicita de  tener miedo y aguantar el tirón. El egoismo está mal visto y el sufrimiento de la salvación…El miedo debe ser un compañero de viaje para la vida. ¿Osarias saltarte la norma y dejar de mirar la muerte y los asesinatos?, ¿ Podrías ser  un ser egoista que sólo piensa en su propio beneficio, cuidándote del dolor? ¿Puedes apagar la tele y decir al mundo que no quieres ver esas cosas sosteniendo que critiquen tu acción como una manera de cerrar los ojos a la realidad?
¿Pero quién en su sano juicio se cree esto? Lo de que viendo estas imágenes estás más cerca de la paz en el mundo. Pongo la mano en el fuego a que si cualquiera de nosotros supieramos como parar la matanza humanitaria lo hariamos.
Bueno, ya os dije que no había llegado a ninguna conclusión, sólo a un montón de preguntas.
Lo que si me queda claro es que el mirar cualquiera de estas imágenes no tiene un fin de paz mundial, ni de conciencia social para saber que pasa.Todos sabemos diferenciar la información del espectáculo.
Lo que me queda claro es que  «El comer sopa mientras miras» dice algo de ti. Y de mi.

Este artículo está escrito como gesto de respeto y dolor hacia los seres humanos que mueren cada día a manos de otros seres humanos. Desde la humildad de seguir viva, y mi respeto hacia la muerte a la que me dirijo. Para «las personas» a las que respeto y por ello no he visto ni voy a ver sufrir o morir, mientras sorba mi sopa.
Susana Gacituaga
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