Escritos sobre terapia y Gestalt: El arte de plantar tu árbol
Cuando la terapia forma parte de tu vida, el ciclo del crecimiento personal se aprecia en los momentos más inesperados
Este comienzo de año he participado en un plan de reforestación de una zona quemada repoblando encinas, os cuento lo similar que es plantar un árbol y realizar un proceso de terapia.
En primer lugar eliges cuidadosamente el lugar, a una distancia suficiente de otro arbolito recién plantado para no interferir en la toma de alimento, así cuando vas a iniciar proceso terapéutico buscas un espacio cálido exclusivo para ti, donde sentirte en confianza y bien acogido por el profesional que te acompañará en este camino.
A continuación, limpias la zona de maleza y de piedras que andan sueltas por la superficie…del mismo modo, durante las primeras sesiones, calmarás tu angustia, tu ansiedad inicial, compartiendo tu malestar te sientes escuchado, comprendido. Conforme avanza el tiempo de terapia, comenzarás a darte cuenta de comportamientos automáticos, aprendidos a lo largo de su vida, que en este momento te dificultan disfrutar de tu vida en plenitud. Tales conductas y actitudes conforman las malas hierbas que se alimentan de la misma tierra que pueden proveerte de confianza en ti mismo y en lo que te rodea. Esta tierra será el sustento de tu autoafirmación, de tu independencia y libertad para llegar al disfrute propio y con los que te rodean.
De la misma manera, te encuentras profundizando en ti mismo. Algo parecido a cavar un hoyo donde sembrarás tu nuevo ser. En esta fase, te encuentras con obstáculos como la tierra endurecida, que deshaces o bordeas según sientas.
También puede que te topes con piedras ancladas a mayor profundidad, tan pegadas que parecen parte de la tierra misma. Sientes la angustia de no avanzar o la de quedarte sin nada al perder la referencia de lo visto hasta la fecha en la superficie.
En terapia, conforme vas descubriendo tus auténticas necesidades, deseos y anhelos, te topas con tus propios miedos ante lo hasta ahora desconocido para ti y tus formas aprendidas de reaccionar ante ellos. A medida que profundizas, la tierra está más calentita, te apetece más estar ahí, te sientes reconfortado al abrigo de tu inmensa capacidad de darte amor. A su vez, vas sembrando tu nuevo arbolito, tu ser auténtico, que brotará en lugar seguro, a temperatura y humedad ideal.
Es en este momento, cuando has llegado a una profundidad suficiente como para que el cepellón se sienta protegido al echar tierra aireada encima, que dejarás de excavar. Una vez plantado tu árbol el suelo ha de quedarse firme, para que tu arbolito quede bien sujeto y de este modo ser capaz de soportar climatología adversa. Así, cuidarás con mimo tus hallazgos, de a poquitos y pondrás en práctica tu nueva forma de actuar, coherente con tu sentir y tu pensar, saboreando lo gustosa que es la lealtad a ti mismo.
Si bien con lo realizado hasta aquí tu nuevo árbol puede sobrevivir plantarás dos alcorques a ambos lados, unos canales que favorecerán la toma de agua, harás una bañera delante y levantarás un pequeño muro de contención para que tu árbol sea capaz de nutrirse aunque alrededor la humedad escasee, así ayudarás a que crezca fuerte.
A esta altura de tu transformación, sabrás cómo tomar lo que realmente necesitas, cómo dirigirte hacia tus deseos genuinos, cómo poner las circunstancias vitales a tu favor.
Por último, envuelves tu tallo para que crezca más lozano, tu irás sumando claridad, coraje y alegría para disfrutar de la frondosidad de tu vida. En este momento, tu proceso psicoterapéutico llegará a su fin, ya puedes incorporar lo más nutricio de tu entorno, atravesar las distintas estaciones del año con la esencia de cada una y crecer en ellas.